de compras en Wedding


D. y yo nos independizamos para acercarnos a Wedding, barrio hasta entonces totalmente desconocido bajo el que, sin embargo, yo había pasado en metro el día anterior. Bajamos en Leopoldplatz y fuimos paseando por una gran plaza ajardinada y con iglesia. A los lados había calles y Mietkasernen ["cuarteles de alquiler"], pero pensé que, para ser un barrio de trabajadores e inmigrantes, el espacio de aquella plaza era un lujo berlinés que ya quisiéramos tener en Sants... Junto al metro nos encontramos con un mercadillo en proceso de desmantelamiento. Pero, durante el resto de nuestro paseo, apenas vimos un alma. Aquellas calles recordaban bastante a un Friedrichshain de domingo por la tarde, una vez pasados los tumultos del Flohmarkt [mercadillo de segunda mano] y del "brunch". Sólo algo más allá, en una tienda de alimentación que ocupaba toda una esquina, encontramos indicios de vida humana. ¡Una vida muy animada, por cierto! Fuera, en la acera, como es habitual en Berlín, estaban expuestas todas las frutas y verduras. La clientela se agolpaba en torno a unos vendedores que gritaban las virtudes de sus productos. Todo aquello se parecía más a un mercado que a las fruterías que se suelen ver en Friedrichshain, regentadas por vietnamitas silenciosos. Había incluso un vendedor apostado tras un puesto de lechugas al otro lado de la acera. Mientras le comprábamos una, no estábamos seguros de si trabajaba para la misma tienda o para la competencia. Cuando entramos a pagar, nos encontramos con un panorama inesperado: se trataba de un pequeño supermercado con productos turcos. Pudimos elegir entre decenas de tipos de olivas. Y me sentí casi como ante un puesto de encurtidos en algún mercado de Barcelona o de Zaragoza.

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