contrastes
Invertí el sábado, el domingo y parte del lunes en el viaje sorpresa a Barcelona para felicitar a D. Con la conciencia de que, en menos de una semana, ese viaje iba a repetirse pero con carácter definitivo, miré la ciudad y sus contrastes con Berlín de un modo especial. Hizo unos días luminosos que hasta nos permitieron tomar un aperitivo al aire libre junto al mercado de Collblanc, y también, por primera vez, subir a la azotea para la comida del domingo. Por lo demás, como era previsible, me reencontré efímeramente con el ruido, el abigarramiento urbanístico y las multitudes del metro y el tren el lunes por la mañana. Y a mediodía, ya de vuelta en Berlín, crucé media ciudad en el autobús 240 bajo el silencio de una nevada súbita. La tarde se me fue en la adaptación...
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