públicamente opacos


La portavoz de prensa de la Wohnungsbaugesellschaft Mitte [inmobiliaria con participación municipal] me respondió, siempre en nombre de su jefe, que no va a contestar las preguntas que le envié. Me he dado aquí de narices contra la opacidad de lo que ya es casi plenamente una empresa privada que se rige por los designios de un consejo de administración. La sorpresa ante su total negativa a colaborar me ha tenido algo paralizada en este frente: me he limitado a comentar el suceso con varias personas, ya fuera con finalidad "terapéutica", ya fuera con una intención más instrumental.
Pero hoy he vuelto a escribir a la tal Frau Kubisch expresándole mi sopresa y pidiéndole que me indique cuáles de mis preguntas podrían responder. Me he dicho que no puede ser que esa señora dé por cerrado el tema: por lo menos que tenga que esforzarse en darme otra respuesta. Aunque está claro que no es ella, sino la instancia impersonal llamada "Geschäftsführung" [dirección del negocio], quien se niega a responderme.

familia y cuidado

He querido preguntarle por el papel de la familia en la atención a los enfermos mentales. La pregunta (¿es la familia el primer recurso al que recurren estas personas?) ha sonado extraterrestre entre aquellas cuatro paredes. Frau R. me ha explicado que este colectivo es especialmente propenso a tener conflictos con los padres desde jóvenes, y que no tardan en abandonar el hogar familiar. En esta situación de desamparo y de aislamiento social suelen acudir a los servicios sociales para solicitar la atención que les corresponde. La familia, a todo esto, queda atrás, muy atrás...

En la misma línea me habló otra funcionaria, encargada de "mediar" en la provisión de viviendas para personas mayores. No supo contestarme exactamente si los ancianos suelen contar con el apoyo y el cuidado de las familias, pero sí afirmó que, cuando acuden a su oficina, nunca van acompañados de los hijos, sino de algún vecino, un amigo o un cuidador profesional.

asilados: seguridad a cambio de libertad


Me describió las dificultades que afrontan los solicitantes de asilo en Alemania. Tras una época de mucha afluencia, ha disminuido su volumen debido al endurecimiento de las leyes y a la falta de oportunidades que aquí se encuentran. Si bien es sabido que se les proporciona seguridad material, que se les cubren las necesidades básicas, también se les impone la prohibición de trabajar, y no pueden aspirar a quedarse. A menudo, cuando se considera que el conflicto de su país de origen se ha solucionado, se les obliga a volver, en el fondo volviéndolos a condenar al desarraigo, sobre todo en el caso de los niños nacidos aquí. Esto ocurrió con muchos de los asilados de la ex-Yugoslavia, de los que ya apenas queda nadie.

¿a que me chivo al Hausmeister?


En el curso de alemán, una chica polaca relató cómo su vecina vino a quejarse del ruido, y lo hizo (no sé si ya con el primer aviso) acompañada del Hausmeister [responsable de mantenimiento del edificio]. Todo el mundo en la clase comprendió automáticamente que se asustara, y eso es signo inequíoco de que este grupo de extranjeros, que en su mayoría ya están familiarizados con la cotidianeidad berlinesa, identifican al Hausmeister como un personaje con autoridad. Esto viene a responder a la pregunta que precisamente me hacía S. en su correo de ayer: ¿tienen los Hausmeister una función de "vigilancia social" respecto a los inquilinos indeseables, como los porteros españoles durante el franquismo? Pues bien, así lo parece: no están ahí solamente para propiciar y salvaguardar las buenas condiciones materiales del edificio, sino también para sancionar determinadas normas de conducta.