madres

M. reflexionó entonces en voz alta sobre la "anormalidad" de las familias en la RDA. Dijo que sólo tiene dos o tres amigos que hayan crecido en una familia nuclear tradicional. El resto han visto cómo su madre ha ido teniendo varias parejas, e hijos con más de una de ellas. De algún modo es como si, para esas mujeres, separarse de un marido o compañero hubiera resultado más fácil de lo habitual. Tanto R. como M. coincidieron en observar que la seguridad en el trabajo fue el pilar de esta independencia de las alemanas orientales, que no se veían obligadas a depender de un hombre con el que ya no estaban a gusto. Quise saber más y les pregunté si esta emancipación femenina iba unida a un mejor reparto de las tareas domésticas... Y entonces respondieron que la situación "tampoco era perfecta", y que las mujeres seguían asumiendo esas responsabilidades. Simplemente se logró evitar la situación, muy habitual en "el capitalismo", de que la mujer deje su carrera profesional por el cuidado de los hijos. Cuando me preguntaron por la situación en España, les tuve que hablar de la importancia de las abuelas...

relaciones


A continuación [durante nuestra visita al Intershop 2000, una tienda de productos de la RDA] hemos coincidido con M. en una sección de libros y revistas. Entonces R. me ha enseñado algo interesante: una revista para mujeres (aunque él ha añadido que también la leían los hombres) daba instrucciones precisas, con planos y fotografías, para construir algunos objetos de madera para la cocina. R. y M. me han explicado que, para compensar la falta de productos, se promovía mucho el bricolaje, la reparación y la reutilización de los objetos. Y entonces creo que he hecho la pregunta adecuada: ¿de dónde sacaban los materiales, en este caso la madera, para tales construcciones? Y me han contestado al unísono: "Ah, para eso tenías que tener relaciones".

¿decadencia? ¿estancamiento?


Dice J. que la existencia de Leerstand [espacio vacío] y la ambigüedad y confusión de los primeros años permitió que se ocuparan muchas casas. La voluntad del poder habría sido, según él, tirar muchos edificios, como ocurrió en la Frankfurter Allee. Pero no fue posible porque pronto estuvo casi todo ocupado. En esos espacios surgieron muchas iniciativas, pero estas alcanzaron un punto máximo y hoy ya no avanzan o incluso se retiran. Ha puesto el ejemplo de las Food Koops [cooperativas de consumo]: proliferaron como una reacción a la insatisfacción con los pequeños Bio-Laden [tiendas de productos biológicos], y con la voluntad de establecer más relación entre el productor y el consumidor, pero hoy los supermercados Bio hacen "dumping" con los precios, y los agricultores que traen los productos a las Food Koops ya no tienen tiempo de relacionarse con los consumidores.

Berliner Mischung


Afirmó que, en Berlín, los planificadores urbanos siempre se han ocupado de que no se formaran guetos y de que en todos los barrios estuvieran presentes todas las clases socials. Le he preguntado si se refería a la distribución habitual de los ricos en la Vorderhaus [casa delantera] y los pobres en la Hinterhaus [casa trasera] de una misma Mietkaserne [cuartel de alquiler], y ha asentido. También me ha dicho que no conviene olvidar lo siguiente: en las Hinterhäuser, donde los pisos se componen de habitación, cocina y baño, viven hoy sobre todo estudiantes y "singles", pero hubo un tiempo en que allí vivían familias enteras, algo que para nosotros es impensable.

el futuro de la Dreieckplatz

Otra noticia que me interesó tuvo que ver con el proceso de remodelación de la Dreieckplatz [plaza triangular] que hay en la confluencia de mi calle con la Wühlich- y la Simon-Dach-Strasse. Un arquitecto hizo una propuesta y la presentó a "los ciudadanos" en un acto celebrado en la escuela que hay frente a mi casa. La gente presentó alegaciones sobre el tipo de suelo y sobre el número y dirección de los caminos que han de atravesar la plaza. Y, al parecer, se les escuchará. Sería interesante, no obstante, saber quiénes son realmente esos ciudadanos, y hasta qué punto se trató de un acto público en el que se pudieron improvisar opiniones.

objetos inofensivos


Entonces le pregunté por el Museo de la RDA. Él conoce su ubicación y, pese a no haberlo visitado, tiene muy claro que se trata de "uno de esos museos de objetos". Con ellos se intenta, dice, congelar, objetificar la historia de la RDA, "desactivando" sus peligros y reduciéndola a algo inofensivo: un Trabant [el automóvil más popular], una camisa de los Pionieren [organización de los niños de la RDA]... Se dedican a coleccionar objetos y no se detienen a hacer lo que, según él, realmente hace falta: una reflexión crítica sobre los aspectos ideológicos -y no los materiales- de la época, sobre cómo definirla (si fue una democracia o bien la dictadura de la SED...), sobre sus pros y sus contras...

reparaciones


Me ha descrito las posibilidades que tenía un ciudadano [en la RDA] cuando, por ejemplo, se le estropeaba un electrodoméstico. La primera vía era la legal. Tenía que dirigirse a una oficina y solicitar la reparación. Allí le entregaban un vale para pagar al técnico, y le tocaba ponerse en contacto con este, quien, por lo general, no tenía ningún hueco libre en la agenda para las siguientes semanas. Aquí es donde aparece por primera vez la informalidad: lo de la agenda podía arreglarse con una "motivación" de veinte marcos... Entonces todo iba mucho más rápido, el trabajador se presentaba en casa más o menos a la hora convenida, y se desarrollaba entonces la escena del Kafé und Kuchen [café y pastel] antes de ponerse con la reparación. Era habitual que hubiera problemas porque se necesitaba cambiar alguna pieza difícil de conseguir, etc.
La segunda vía consistía en avisar a un "manitas" conocido y pedirle ayuda, a menudo a cambio de alguna mercancía (más deseable que el dinero) o de marcos de la RFA. Estos eran muy preciados porque se trataba de una moneda establa que permitía asegurar los ahorros.

Día de la Unidad Alemana


El día 3 de octubre se celebra el Tag der Deutschen Einheit. A falta de una visita a la puerta de Brandenburgo, sí que he visto algunas particularidades por el barrio: unos coches con banderas mezcladas con bufandas de un equipo de fútbol (quizá sólo con motivo de algún partido) y un señor muy pintoresco que llevaba un perro y una bandera en la bicicleta. Por lo demás, el barrio estaba más muerto que cualquier domingo, en ausencia del mercado de la Boxi [Boxhagenerplatz] y de sus efectos colaterales animando el sector de la restauración.

Haus Schwarzenberg


Ya en el tumulto de Hackescher Markt, entre boutiques, vi la entrada del número 39 de la Rosenthaler Strasse. Y reconocí aquel Hof [patio interior] como el lugar que, hace varios veranos, D. y yo descubrimos por casualidad. El año pasado fui incapaz de recordar dónde estaba...
La fachada del edificio estaba en plena remodelación, pero pude entrar y observar ese ecosistema en peligro de extinción, formado por un bar, una galería de arte, un cine, una librería y no sé si algo más... También vi, irónicamente, cómo un grupo de turistas visitaban el patio. Los mismos que contribuyen a su desaparición admiran la "autenticidad" del ambiente "alternativo" que allí se respira...

"La vida de los otros"


La película pertenece claramente al género del espionaje, y muestra el control que la STASI tenía sobre la población. También aparece, eso sí, un agente que de repente se vuelve humano, y las ambigüedades de una relación de pareja mezclada con la traición. En definitiva, en el ambiente asfixiante de los años 80, el espectador recibe con alivio la noticia de la caída del Muro. Y luego aparece la apertura de los archivos y el descubrimiento que un ciudadano hace de su condición de vigilado. A lo largo de la película se produjeron un par de expresiones de risa enre los espectadores, quién sabe si provocada por el distanciamiento entre Ossis [alemanes del Este] y Wessis [alemanes del Oeste], o quizá por la resignificación que los primeros han dado a su pasado. Al final, el protagonista se ve repartiendo propaganda por las aceras interminables de la Karl-Marx-Allee, vencido por las nuevas circunstancias y, sobre todo, condenado al silencio.

discusión en la Forckenbeckplatz


La escena más emocionante fue la que se produjo cuando una chica dejó que sus tres perros escarbaran en un parterre de rosales. El hombre borracho me preguntó si eran míos en tono de reprobación. Mientras yo lo negaba, llegó una señora de mediana edad y repitió la pregunta: "a quién pertenecen estos perros?". Y entonces la infractora se identificó y, lejos de acalorarse, entablaron una conversación civilizadísima sobre los derechos de los perros y de las personas. La señora afirmaba que, "como vecina", estaba muy contenta con la reforma de la plaza y no quería que volviera a estropearse como antes. Además, por allí jugaban niños pequeños, y por ello los perros no deberían estar sueltos. La chica respondía que estaba totalmente de acuerdo, pero que en la zona no había ningún lugar específico para los perros, que también necesitan andar sueltos y moverse libremente. Parecía que ambas habían expuesto ya sus razones... Pero todavía se acercaron al cartel con prohibiciones que hay a la entrada, y estuvieron comentándolo sin alzar la voz ni una sola vez. Al final, la chica llamó a los perros, que aún estaban comiendo rosales, y todos, señora, chica y perros, se alejaron por la acera.

Soli-Party en un Hausprojekt


Estábamos en una "Soli-Party" [fiesta solidaria] en el Hof [patio interior] del Zielona Gora. El motivo de l afiesta, la razón por la que era "solidaria", es un misterio. L., que, como yo, había leído la web del Stressfaktor [la agenda de la "escena alternativa"], no se había fijado en el motivo. Era lo de menos... Me sentía a gusto en la fiesta, me parecían originales los detalles de la decoración, y la música acompañaba, pero no podía ver también una cierta superficialidad en todo aquello. Gente de la Szene cuya pertenencia está determinada por criterios estéticos y por sus buenas conexiones, más que por otros motivos. Una fiesta a la que se asiste porque es vagamente solidaria y porque se celebra en el Hof de un Hausprojekt [casa donde se vive comunitariamente]... Como alternativa, claro, al ocio más mercantil de los clubs y las discotecas. ¿Por qué es esto "menos mercantil", menos colaboracionista con el sistema? Porque ha sido organizado por "amateurs" cuyo sustento no depende de esa actividad. Porque el titular del contrato de alquiler de la casa es un colectivo y no un individuo. Porque se decora a partir del reciclaje de objetos. De acuerdo, pero sólo en parte. También es voluntario, no remunerado, el trabajo de quienes colaboran en la organización de una fiesta parroquial. También es colectiva la titularidad de una sociedad anónima, y también un Hausprojekt descansa en última instancia en la decisión individual de las personas que lo conforman. Y también en los locales "comerciales" se lleva cada vez más la estética de lo reciclado...

WG-Party


La noche se presentaba solitaria y anodina cuando me llegó la noticia, vía L., de que J. daba una fiesta de despedida en la Karl-Kung-Strasse. Vencí mi somnolencia (en parte provocada por el insomnio de estos días, en parte por la autosugestión ante un evento social de este tipo) y fui dispuesta a experimentar las sensaciones de una WG-Party [fiesta en un piso compartido].
No hay mucho que reseñar... La hospitalidad y la "profesionalidad" en la organización de estos eventos (creación de ambientes, pasteles caseros, reserva de cervezas llenando la bañera...). El "buen rollito" de Friedrichshain trasladado excepcionalmente a Treptow. La sociabilidad entre desconocidas jalonada por presentaciones espontáneas, estrechamiento de manos y brindis al grito de "Prost". Y toda aquella avidez de alcohol con pasteles que acaba con la gente bailando de manera bastante desatada en una de las habitaciones. A la vuelta, el placer de la bicicleta cruzando el río... Y poco más.

en una reunión de ancianas



Aparecieron sobre la mesa varios juegos de cartas y una curiosa máquina para barajar automáticamente. La Jugadora organizó rápidamente el cotarro: las señoras se reagruparon según las preferencias, y yo me uní al grupod e las cartas sin saber que las demás iban a jugar al "Scrabble", mucho más propicio para la conversación. La Señora del Té Inacabado, que se iba animando a hablarme más, me nombró varios juegos para ver si los conocía, y al final acordaron jugar a una especie de rabino francés que ellas llamaban "Rami". Entender las reglas que me resultaban desconocidas fue un proceso curioso de ensayo-error teledirigido por La Jugadora, quien, a través de La Señora del Té, me corregía los errores a la velocidad de la luz. La Cuarta Participante tenía un papel visiblemente secundario, y recibía las descalificaciones de La Jugadora cada vez que se equivocaba. En contraste con el silencio que había casi todo el tiempo entre nosotras, oíamos a las señoras del "Scrabble" charlando animadamente. Y La Señora Hiperactiva, que había preferido mirar y darse paseos por la sala en lugar de jugar, estaba atenta al final de cada partida y se encargaba de barajar las cartas.

un sofá en la acera



Venía hacia el "Kaufbar" para escribir y aprovechar esa rendija de sol que se nos ha colado en la tarde. Justo antes de llegar a la terraza, he visto cómo dos mujeres observaban un enorme sofá naranja que, con el correspondiente cartelito ["se regala"], había aparecido en la acera. Las mujeres se han sentado en dos sillas allí al lado. He sacado la cámara y he fotografido aquel armatoste. Entonces una de las mujeres me ha dicho: "puede usted llevárselo, no nos cabe". Le he dado las gracias y le he dicho que yo tampoco tengo sitio...
Ya desde la cafetería, he ido observando las reacciones de la gente. Varias personas han mirado el sofá sin detenerse. Al cabo de pocos minutos, dos chicas que iban con un perro y un bebé se han parado a examinarlo mejor. Han preguntado si podían probarlo, lo han puesto horizontal y se han sentado. Iban comentando la jugada, hasta que finalmente parece que han decidido quedárselo. Han quitado el cartelito, han colocado el sofá al revés, y han dicho que se iban a buscar un coche. De eso hace ya un buen rato, y aún no han venido a recogerlo. Mientras tanto, sin el cartel y así colocado, el sofá no parece llamar la atención de los transeúntes. Las señoras "donantes" se han marchado en un coche y, en el local del que han salido, sólo queda un hombre haciendo reformas. En cualquier caso, aquí tenemos un "regalo sin obligación" pero con un primer grado de interacción y compromiso. De algún modo, las "donadoras" han guardado el mueble para unas "receptoras" en concreto, y ha habido un cierto intercambio de palabras entre unas y otras. Falta saber si al final se deciden a venir, o si el sofá va a quedar ahí abandonado. O si el señor del local, sabiendo que se expone a una multa, decide volver a guardarlo.

construir el socialismo


Y entonces me describió su ciudad natal. Al parecer era un lugar construido totalmente ex novo para alojar a los trabajadores de una industria del acero que estaba cerca de la frontera polaca, junto a un canal comunicado con el río Oder. Cuando se fundó la ciudad, se instalaron en ella unas diez mil personas, en su mayoría jóvenes comprometidos con la idea de "construir el socialismo".
(...)
En el lugar se habían construido Plattenbauten [bloques de placas] de seis pisos de altura, y los bloques estaban a su vez agrupados en "unidades residenciales". En cada una de estas unidades había todo lo que en principio se consideraba necesario para vivir: una guardería, una escuela, un Konsum...