discusión en la Forckenbeckplatz
La escena más emocionante fue la que se produjo cuando una chica dejó que sus tres perros escarbaran en un parterre de rosales. El hombre borracho me preguntó si eran míos en tono de reprobación. Mientras yo lo negaba, llegó una señora de mediana edad y repitió la pregunta: "a quién pertenecen estos perros?". Y entonces la infractora se identificó y, lejos de acalorarse, entablaron una conversación civilizadísima sobre los derechos de los perros y de las personas. La señora afirmaba que, "como vecina", estaba muy contenta con la reforma de la plaza y no quería que volviera a estropearse como antes. Además, por allí jugaban niños pequeños, y por ello los perros no deberían estar sueltos. La chica respondía que estaba totalmente de acuerdo, pero que en la zona no había ningún lugar específico para los perros, que también necesitan andar sueltos y moverse libremente. Parecía que ambas habían expuesto ya sus razones... Pero todavía se acercaron al cartel con prohibiciones que hay a la entrada, y estuvieron comentándolo sin alzar la voz ni una sola vez. Al final, la chica llamó a los perros, que aún estaban comiendo rosales, y todos, señora, chica y perros, se alejaron por la acera.
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