23 de agosto

La suerte está echada: estoy en Berlín. Hoy era el día en el que tanto había pensado. Con detalles, p. ej., como los mails de amigos que me han llegado justo a tiempo para animarme a emprender la aventura. Ha sido un día de cargar peso y coger transportes. Cada tren, cada metro, el avión... todo eran pequeños objetivos que ir cumpliendo, preocupaciones parciales (y pequeñitas) que calmaban un poco la preocupación más grande: y ahora, ¿qué?Puntos fuertes con los que afronto el trabajo de campo: la gente con la que he contactado, en general, está colaborando. El ejemplo estrella es el de hoy: S., amiga de E., tenía finalmente las llaves de mi casa. Así que he ido a su casa a recogerlas y, sin comerlo ni beberlo, me he encontrado haciendo una entrevista preliminar a una habitante del barrio (...)

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