28 de agosto

El domingo se presentó veraniego a la manera berlinesa. Desde mi habitación se oía música en la calle desde bastante temprano: había mercado en Boxhagenerplatz. De modo que ese era mi plan dominical.
La plaza estaba de lo más concurrida. Había puestos alineados a los cuatro lados del césped central... unos más elaborados que otros. Algunos estaban directamente en el suelo, y vi incluso gente que llevaba colgando del cuerpo toda la mercancía, lo que les permitía ir cambiando de lugar... La relativa confusión de vendedores y compradores, y el amontonamiento de las cosas en ciertos puntos, hacía casi inaccesibles algunos puestos. Mal asunto, desde el punto de vista del marketing...
Entre los vendedores me pareció distinguir familias turcas (especializadas en aparatos electrónicos, sobre todo), gente mayor con un aspecto muy "Ossie" vendiendo trastos y libros viejos (obras completas de Lenin, fotografías familiares...), pero también jóvenes con ganas de hacer sitio en el ropero o en las estanterías. Había también algunos artistas y artesanos (dónde está la frontera?) vendiendo sus obras, y varios puestos más "de diseño" ofreciendo productos de marca: relojes, camisetas, pendientes, etc.
Era, en definitiva, un mercado de los que requieren mirar con detenimiento y regatear el precio. Como complemento, en el extremo de la plaza, había un músico con habilidades diversas que iba combinando sonidos con un "sampler" y que había logrado reunir un público numeroso y bastante entregado que, sentado en el suelo, lo escuchaba sin pestañear.
Pensándolo ahora, me resulta curioso no recordar haber visto ni un solo puesto ambulante de comida. Los restaurantes y restaurantillos de la plaza, eso sí, estaban llenos de público. Con A., L. y P. nos aprovisionamos en uno de ellos y comimos en un banco algo resguardado que parecía el lugar idóneo para que los bebés mamaran en comunidad. Los columpios y las zonas de arena estaban atestadas de niños, y el césped de gente joven...

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