4 de noviembre

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Pero, al ver que desde allí no tenía acceso a Alt Stralau, volví hasta la orilla del río y, pasando bajo un túnel, me encontré por fin dando un paseo agradabilísimo por una zona tranquila repleta de espacios vacíos. Los edificios nuevos, de formas algo atrevidas pero no demasiado altos, se alternaban con algunas casas más antiguas y con industrias y solares abandonados. Poco a poco, la franja de tierra se estrechaba, hasta que llegué a su extremo. Descubrí un parque otoñal digno de aquella visita "last minute"... ¡Si lo hubiera descubierto antes! Apenas se veía nadie en los alrededores: una pareja de personas mayores, una chica paseando un perro, un ciclista pedaleando muy despacio, como yo, para disfrutar mejor del momento. Tras acercarme a un Spielplatz con un artefacto que no supe identificar, me instalé en un banco de cara al agua y estuve escribiendo en el cuaderno de campo hasta que noviembre se hizo evidente y empecé a quedarme fría...
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