en la Strassenfest de la Kreutzigerstrasse


La siguiente atracción era una competición que me pareció entre ruda y original. Una grúa enorme, supongo que destinada a la construcción, sostenía a un preadolescente mediante un arnés. Este estaba subido en una torre de cajas de cerveza que él mismo iba construyendo con la colaboración de un hombre que le pasaba nuevas cajas con un palo. La cosa requería equilibrio y una cierta valentía. Por fin la torre se cayó, y el chico quedó suspendido de la grúa. Los presentes le dedicaron un aplauso. A lo largo de la tarde vi a varios concursantes más, niños y niñas, alguno de los cuales se retiró por miedo antes de caer. Decía que el concurso me parecía rudo por varios motivos: en primer lugar por la grúa, monstruosamente grande y de color caqui; en segundo lugar, por el tipo de objetos que se apilaban, poco compatibles con la "educación para la salud"; tercero, porque, cuando las cajas se caían, los asistentes tenían que tener cuidado y apartarse.

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