hasta la primavera


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No he hablado de cómo experimenté esta vez la marcha de Barcelona y la llegada a Berlín. La sensación de estar emprendiendo una "aventura" era esta vez más bien tibia puesto que no esperaba encontrarme con un panorama totalmente nuevo. Mi aparente control de los factores del azar, al menos en lo que iban a ser mis primeros movimientos en la ciudad, me hacía más bien poca ilusión y me impedía compensar la pérdida de lo que dejaba en Barcelona: D. y su preparación del nuevo curso; la vida académica con sus miserias y sus lujos; la placidez doméstica; los amigos con quienes ir coincidiendo; las satisfacciones y las obligaciones por vía familiar... Todo quedaba más o menos archivado, más o menos congelado, hasta la primavera. Por delante, un invierno berlinés en sentido amplio en el que me toca dar la talla social, lingüística, académica y etnográficamente.
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