28 de septiembre

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Cenamos a escasos centímetros de un granadino y su pareja. El chico nos dio conversación al oír que éramos españolas... Fue ese tipo de sociabilidad que al principio me cuesta de entender y que no siempre recibo de buen grado. Me di cuenta, sin embargo, de que en Liège nos pasábamos la vida en ese plan... Y aquí puedo hablar de cómo comparo la experiencia del erasmus con esta estancia de trabajo de campo. Pese a que aquí mi presencia requiere explicaciones más complicadas, y a que no puedo hacer uso de la etiqueta-comodín "erasmus", y casi ni siquiera la de "estudiante", siento en todo momento que lo que he venido a hacer tiene un valor y un interés q no necesita más justificación... No sé cómo explicarlo: aquí estoy más a gusto, me mimetizo más con el lugar, y no me da la sensación de estorbar el curso "normal" de las cosas, de los días. Dicho de otro modo, siento que mis interlocutores, desde los más casuales (la señora de la Bäckerei) hasta los más buscados (mis "informantes") están ante mí y participan o contribuyen en mayor o menor grado a mis objetivos. En Liège, sin embargo, yo formaba parte de un grupo desproporcionadamente grande de personas que vivíamos en un nivel paralelo al de la vida social "autóctona", pese a que, de vez en cuando, lográramos sacar la cabeza de aquella pecera...
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