5 de octubre
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La Food Coop tiene su sede en una WG (piso compartido) donde al parecer vive bastante gente. En la calle no hay ningún distintivo, y, por tanto, es imprescindible saber el nombre que pone en el timbre. Una vez arriba nos abrió un chico bastante joven que, tras un momento de duda, nos dejó entrar hasta un recodo del pasillo, bastante oscuro por cierto, donde había unas estanterías con los pedidos de esta semana. Sin embargo, nadie había hecho el trabajo de separar por grupos los alimentos, sino que estaba todo mezclado. Con ayuda de una balanza y de la lista de lo que habían encargado, J. y L. fueron separando su parte. Las dificultades llegaron a la hora de identificar algunas hortalizas raras o no tan raras. Tampoco los chicos de la WG sabían distinguir un Curvis (calabaza) de un Nuss-Butter-Curvis (?)... ¡ni identificaban el Mangold (acelgas)! Lo mismo ocurría con los panes: los había de muchos tipos, y hubo que guiarse por la intuición. J. había pedido uno de tomate, que localizamos por el olor, y otro de patata que casi escogió al azar. Separados los montoncitos de cada uno, J. y L. se encontraron con el problema de cómo transportarlo todo: los dos llevaban bolsas insuficientes. Toda la escena transcurría, como digo, en un rincón angosto del pasillo de alguien...
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