1 de septiembre

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Pero ha tenido su encanto estar a esas horas a la intemperie... He visto despertar el barrio, los currantes con sus petos desayunando en la Bäckerei de Rigaer 12 y montándose a continuación en la furgo; las niñas, de camino al cole con chancletas y minifalda (¡y yo con dos jerséis!). Todavía ni rastro de esa placidez que monopoliza las aceras de Friedrichshain en estos últimos días de verano...
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Desde el autobús, una escena muy fotogénica: la terraza de un restaurante en esa zona de casitas con jardín. Una camarera trajinando entre dos mesas. En torno a una, tres señores muy elegantes, en mangas de camisa blanca impoluta, inclinados sobre sus platos respectivos y comiendo con fruición. En otra mesa, dos o tres trabajadores "de cuello azul", o, mejor dicho, de peto azul (según veo por todas partes en Berlín), paladeando una cerveza y recostados sobre el respaldo de la silla. ¿Dos ritmos distintos? ¿Dos estéticas? ¿Dos determinaciones de la estructura social?
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Misión cumplida. Las tres de la tarde, calor y mucho hambre. Fracaso en mi búsqueda de la "Mensa 1" y acabo claudicando ante una máquina de chocolatinas de la Facultad de Derecho, el único edificio con aspecto de estar habitado... En efecto, como digo, el campus transmite esa soledad bucólica de las universidades noreuropeas... Pero, a la vuelta, la parada de autobús está más concurrida. El corte del metro produce un efecto de concentración de los cuerpos que, de otro modo, estarían desparramados por toda la longitud de un andén... Y, dentro del autobús, el calor es agobiante. Llegamos por fin a la plaza desangelada donde ya funciona el metro. Como unas patatas fritas mientras observo la prisa de la gente y me digo: "estás en Berlín Oeste". Y sigo pensando en ello mientras miro el panorama desde la ventanilla del S-Bahn, rodeada de unos chicos que vuelven de trabajar. Pasamos de Neuköln a Treptower Park. En medio, en torno a la Sonnenallee, hay una zona bastante selvática que da testimonio de que por allí pasaba el muro...
De vuelta en terreno conocido, Frankfurter Allee y la calma en torno a mi casa. Por primera vez, sin embargo, escojo acercarme por la Finowstrasse, y, por primera vez, veo cómo me ven aquellos a los que miro desde ese puesto de vigía que tengo montado en la ventana...

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