23 de septiembre

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Crucé la Bötzowstrasse y me encontré con una fiesta popular. Primero me pareció que iba dirigida a los niños: había unos bomberos que enseñaban su camión, y unos policías que habían organizado un circuito para bicicletas y patinetes. Pero, un poco más allá, encontré todo tipo de tenderetes que, según interpreté, eran de grupos juveniles de tiempo libre. Algunos ofrecían comida o bebida, y otros ponían a la venta objetos de artesanía. Por aquella zona, el público era mayoritariamente adolescente: tuve la sensación de estar en el patio de un instituto. Y eso me hizo recuperar la sensación (quizá infundada) de que en Friedrichshain no se ve apenas gente de esas edades. Parece como si sólo hubiera bebés y niños pequeños, y , junto a ellos, sus padres, llegando a la treintena.
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