14 de septiembre

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De vuelta a casa, entré en un blucle de oscuridad y melancolía. No conseguía aprovechar la tarde, ni tampoco dedicarme a nada lúdico. Hacia las nueve o las diez, decidí que no me apetecía cocinar, y que además me haría bien salir un momento a comprarme algo de cena. Caminando por la acera, me pareció que aquel ambiente, aquella quietud y aquella negrura, caracterizarían el resto de mis días en Berlín. Tenía presente el comentario de S.: ¡en invierno anochece a las 15h30! Claro que yo me marcharé antes de llegar a esos extremos...
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