10 de septiembre

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De vuelta en Bernau, nos llama la atención la expectación que hay en torno a la iglesia católica de Sta. María. Dentro distinguimos un oficiante vestido de rojo, y unos jóvenes con ropajes como de monaguillos creciditos. J. aventura que tal vez se trate de una ordenación sacerdotal... Pero no: es una confirmación.A la puerta de la iglesia, una mujer se me acerca y me pregunta varias cosas: si hablo alemán, si soy italiana, si estoy aquí estudiando, si J. es mi novio... Me explica que ella es polaca, pero se apresura a añadir que lleva treinta años en Alemania. Me pregunta también si soy católica (a lo que yo respondo con un "sí" de emergencia...). La mujer parece muy emocionada siguiendo la ceremonia desde la calle, al igual que hace un puñado de personas. De pronto, veo que busca en su monedero y me entrega una estampita de la Virgen que, según dice, va a protegerme. Se interesa por los santuarios marianos que hay en España... Pero, mientras intento responderle con algunos ejemplos, salen los "confirmados" a la puerta de la iglesia. Comienza una sesión de fotos con el obispo -según le indican a J.- y otros adultos que identifico como los catequistas. Dos de los jóvenes, un chico y una chica, llevan la vestimenta que antes me ha recordado a la de los monaguillos, pero esta es blanca y negra en lugar de blanca y roja. El resto, chavales de quince y dieciséis años según me informa la señora, llevan simplemente ropa elegante. Al parecer, uno de ellos, de blanco inmaculado, es de origen polaco, hijo de una amiga de mi interlocutora, quien, de repente y con mucho sigilo, desaparece de mi lado. Me vuelvo y la veo alejarse por la calle. Tengo la estampa en la mano...
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