20 de septiembre
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Llegué a la Volkhochschule justo a las 20h y, esta vez, subí directa y autosuficientemente hasta el aula 308. La puerta estaba cerrada, aunque en ese momento salía un hombre. Me asomé, y W. me hizo pasar. Me senté entre los demás, y comencé a observar la escena con cierta distancia. Distancia lingüística, eminentemente... Sabía que, en cualquier momento, W. me daría la palabra, de modo que preparé mis papeles y mi botella de agua, que se revelaría bastante imprescindible... Si embargo, todavía transcurrió casi una hora de clase. Aunque quizá aquello no correspondía exactamente a lo que entendemos usualmente por "una clase"... En una mesa, delante de W., había un montón de manzanas y un par de calabacines de aspecto inequívocamente "bio". Me imaginé que provenían de algunas de las experiencias de Selbstversorgung (autoaprovisionamiento, podríamos decir) de las que W. ya me había hablado en nuestro primer encuentro.
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Su charla introductoria me resultó interesante: habló de una "neue Armut" (nueva pobreza) que se da entre personas con formación y en situaciones de paz y de estabilidad política. Sus causas, dijo, no tienen casi nada que ver con las de la pobreza "clásica": la provocan las decisiones de inversión y los procesos de racionalización empresarial. Y pasa, en consecuencia, por las situaciones de desempleo.
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Y, sin duda, una de las conclusiones unánimes fue la inexistencia en España de nada parecido a una Grundsicherung (seguridad básica). Fui recitando los períodos máximos para percibir cada prestación y cada subsidio. Y alguien me preguntó, por ejemplo, qué hacen los jóvenes si quieren estudiar, o durante los primeros tiempos de su emancipación, si todavía no han cotizado y, por tanto, no tienen derecho a prestación. Elemental, querido Watson: esos jóvenes suelen tener padres, y con ellos se quedan, y de ellos dependen, a menudo hasta la treintena. Un "oooh" general recorrió la sala. Algunos asentían con gesto grave...
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