9 de septiembre

La mañana de hoy ha comenzado con lo que ya se está convirtiendo en una rutina agradable: el desayuno en la Bäckerei (panadería), sentados en la acera, siguiendo con la mirada las trayectorias matutinas de los berlineses. Como siempre, trajín de bicicletas, y gente entrando y saliendo a por un "coffee to go", o "Kaffee zum mitnehmen". Un coche ha parado justo delante de nosotros, y me ha hecho pensar en las dificultades de aparcamiento en Barcelona en los días laborables. Era el panadero, que llegaba cargado de los ingredientes para los bocadillos del mediodía... ¿Cómo valorar la calidad de vida que le aporta poder dejar el coche cargado justo delante de la panadería? Es curioso, seguro que ni él es consciente, ni lo son tampoco los barceloneses que aceptan con resignación la cruz del tráfico cotidiano, como si este fuera inevitable por el hecho de vivir en una gran ciudad... Está claro: la cuestión no es el tamaño de la ciudad (Berlín es mucho mayor que Barcelona) sino su densidad... Y, claro, la calidad del transporte público, y la posibilidad de ir tranquilamente en bicicleta...

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